domingo, 17 de noviembre de 2013

Capítulo 12.

Escuché el pitido de un coche desde la calle. Me asomé a la ventana y confirmé mi sospecha, eras las cinco, el del pitido era Zayn y me había quedado dormida.

—Bajo en 5 minutos.

—Y eso? Te estás poniendo hermosa para mi? ;)

—No idiota, me quedé dormida.

Solté el movil, me arreglé y maquillé y bajé rápidamente. Zayn estaba apoyado en su coche, con sus gafas de sol puestas y con una sonrisa.
—La espera ha merecido la pena.
—Cállate.
—Sigues enfadada?
—Noooooo.
—Lo tomaré como un siiiiiii.—Sonrió y me abrió la puerta del coche.
Estuvimos todo el camino en silencio, sin decir nada. En unos pocos minutos, habíamos llegado a una casa hermosa.
—Aquí es.—Me sonrió.
—Es muy bonita.
—Era de mi madre. Mis abuelos se la dejaron como herencia al morir.
—Ow..

Narra Zayn

La llevé al interior de la casa y la hize pasar al salón. Ella no paraba de mirar hacia todas partes con la boca abierta.
—Siéntate.—Sonreí.
—Gracias.
—Creo que tenemos una conversación pendiente.
—Preferiría limitarme a hacer el trabajo...
—Y lo haremos, después de hablar.
—De acuerdo... Te escucho.
—Bien.—Se me escapó una sonrisa.—La verdad es que el beso estuvo genial-Alucinantemente perfecto-
—Y por qué te fuiste?
—Me entró el pánico...—Bajé la cabeza.
—A ti?.—Preguntó incrédula.
—A mi también me extrañó pero si, esa es la verdad.
—Me sentí estúpida.
—Por qué?
—Por qué? Aún lo preguntas? Zayn, me besaste, me dijiste que te gustaba y saliste huyendo.—Frunció el ceño.
—Ya te he dicho que lo siento, perdóname, por favor?
—Vale...—Suspiró.—Podemos empezar con el trabajo?
—Si, después de que me digas si te gustó el beso.
—Puedes llegar a ser muy molesto, sabes?
—Si, lo sé, solo contestame.
—Estuvo... Bien.
—Bien? Sentí como te derretias en mis labios Ángel.
—No me explico como aún sigues en la tierra, con lo inflado que esta tu ego.
—Hazte la tonta si quieres, en el fondo sabes que es cierto.—Sonreí sensualmente.
Hizo una mueca y apartó la vista de mi.
—El trabajo.—Soltó de repente.
—Claro... Girate.—Obedeció. Le tapé los ojos con una venda negra y me aseguré de que no viera nada.—Seguro que no ves?
—Que no.—Cruzó los brazos.—Ahora tú y no hagas trampa.
—Está bien.—Me coloqué otra venda.
—Ya?
—Si.
—Seguro?
—Si, no confías en mi o que?
—No.—Sentí como se acercaba a mi. Me tocó la cara, asegurándose de que realmente tuviera puesta la venda.
Pasó su mano por mi mejilla. Me dió la sensación de estar recibiendo una caricia.
—Me crees ahora?
—Si. Que hacemos?
—Vemos una peli?
—Eres tonto o que?
—Oh, es cierto.—Me reí de mi mismo.—Otra cosa entonces, eso si, agamos algo divertido. Me aburro.
—Si quieres jugamos a la gallinita ciega.—Dijo sarcástica.
—Pues no es mala idea. Escondete bien porque como te atrape te beso.
—Já.—Por su voz podría asegurar que se había puesto nerviosa.
—Venga, que voy. Y no hagas trampa.—Dije quitandome el antifaz.
—No, tu tampoco.—Dijo y se fué por el pasillo. Tocaba las paredes intentando no caerse.
Me hize el tonto y esperé a que se escondiera. Había entrado en mi habitación... Si perdía mi poco autocontrol la única culpable sería ella, por provocarme.
Después de contar diez, fuí hasta donde se encontraba ella.
—Ángel? Estas aquí?.—Dije simulando que me tropezaba con la puerta. Ella estaba parada junto a la cama-provocando de nuevo.—Ángel?.—Repetí y me tropecé "accidentalmente" con ella. Ambos caímos en la cama, yo encima de ella.
—Auch.—Se quejó.
—Te encontré.—Sonreí.—Lo prometido es deuda.
—No me vas a besar enserio, no?
—Que te hace pensar que no? Me muero de ganas por volver a tener tus labios con los míos.—Los rocé ligeramente.
Para mi sorpresa, fué ella la que me besó. Puse ambos brazos a su alrededor, atrapandola debajo de mi. Ella hundió sus manos en mi pelo. Una palabra, alucinante. Después de dos minutos, nos separamos. Alex estaba sonriendo, igual que yo.
—Amo tus besos.—Dije inconscientemente. Creí haber metido la pata hasta el fondo.
—Y yo los tuyos.—Sonrió para luego quitarse el antifaz.—Hiciste trampa.—Dijo al verme.
—Y tu pretendias hacerla.—Sonreí.
—Idiota.—Me dió un manotazo.
—Tu idiota desde el sábado.—Dije para besarla de nuevo.
Las palabras sobraron en aquel momento. Comencé a besarle el cuello al mismo tiempo que le acariciaba los muslos, el abdomen, todo, mientras Alex se aferraba a mi espalda, a mi cabello. La necesitaba, mucho más de lo que yo mismo pensaba y, al parecer, ella a mi también. Poco a poco ambos fuimos deshaciendonos de la molesta ropa. La metí bajo las tibias sábanas y nos fundimos en uno sólo..
—Te quiero Ángel.—Le susurré.

(...)

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