lunes, 11 de noviembre de 2013

Capítulo 9.

Mierda, donde se había metido Alex? La perdí de vista cuando la estúpida de Bianca se me echó encima. Estuve buscandola con la vista durante varios minutos, hasta que la ví salir del mar. Las gotas de agua resbalaban por su perfectamente curvado cuerpo, dando la sensación de ver el espejismo de una diosa griega.
Poco después, Brunito apareció en acción, tomandola por la cintura, apretandola a su cuerpo. La verdad es que la cara de ese soplapollas me sonaba bastante. Tenía la sensación de conocerlo de antes y no precisamente en el cine del centro comercial. Estuve detallandolo. Alto y ancho pero con una buena figura. Brazos fuertes, abdominales bien marcados y piernas perfectamente detalladas, tal y como Edward Mitchell solía lucir en sus encuentros con mi tío. Nunca aparecí en ninguno pero siempre estaba cerca, sólo por si acaso.
Decidí llamar a mi tío, sólo el podía despejarme esta gran duda.
—Zayn?
—Soy yo, necesito que investigues acerca de un tal Bruno Parker Smith
—Dame un segundo... Bruno Parker Smith... Bruno Parker Smith... No, no me aparece ningún Bruno Pérez Smith
—No!?
—No, estas seguro de que se llama así?
—Lo ví en su cartera.
—Pues lo viste mal. No existe ningún Bruno Parker Smith, a menos que estés buscando a un anciano de 79 años.
—Claramente no.
—Puedes facilitarme una foto?
—No.—Suspiré.—Gracias de todas formas.
—Espera.
—Que?
—Tengo a un tal Marck Parker Smith. Es un agente.
—Para quien trabaja?
—Edward Mitchell. Es su perrito faldero. De hecho fué el quien me atrapó la última vez.
—Puedes describirmelo?
—Rubio, alto, ojos claros, bien formado.
—Es el.
—Ten cuidado, podría ser una artimaña de Mitchell.
—Lo tendré.—Colgué el teléfono.
Estuve maquinando que hacer durante unos minutos. Me urgia que que Marck o Bruno o como se llamara apartara sus sucias manos de Alex pero tampoco podía encararlo, decirle que sabía quien es realmente. Alex se enteraria y no estoy seguro de que eso sea lo mejor.
Al cabo de un rato ví que Alex se alejaba para ir al baño, mi oportunidad. Caminé rápido y sigiloso hasta llegar a la espalda de Marck.
—Hola.—Dije sonriendo cínicamente.
—Oh, eres tu.—Dijo sin apenas prestarme atención.
—Vas de superado?
—No se de que hablas.
—Yo creo que si. Por qué estás con ella?
—Porque me gusta.
—Y te creo, a quién no le gusta?
—A ti?
—Mentiría si dijera que no.
—A que viene todo eso de Ángel?
—Como sabes que la llamo así?.—Enarqué una ceja. Por muy astuto que este tipo fuera, yo lo sería más.
—Te oí decirlo.
—Cuando?
—Hoy.
—No la he llamado así delante de ti.
—Será que no te acuerdas.
—Probablemente.—Hize una mueca.
—Que quieres.—Dijo Alex llegando a donde nosotros.
—Sólo saludar a tu amigo Marck.
—Marck?.—Preguntó Alex extrañada.
—Oh, te llamé Marck? Seguro que me he equivocado, Bruno.—Le guiñé un ojo.—Ángel, tenemos que hablar.
—Yo no tengo nada que hablar contigo.
—Esto es por Bianca, cierto?
—No..—Murmuró.
—En mi defensa diré que ella se me tiró encima. Todo esto no pasaría si te quedaras a mi lado.
—Yo...
—Vamos Ángel, lo estás deseando.—Le tendí la mano.
—Yo... Tengo que irme.—Dijo Marck mirandome entre asustado, sorprendido y furioso.
—Pero por qué...
—Nos vemos mañana.—Se despidió.
—Que le has dicho.—Dijo Alex furiosa.
—Nada, esta vez se ha largado solito.
—Ya, seguro que si.
—Te lo juro, esta vez no he sido yo.—Levanté las manos en señal de paz.
—Voy a por algo de comer.—Suspiró.
—Te acompaño.—Pasé mi brazo alrededor de su estrecha cintura, aún mojada y la pegué a mi todo lo que pude y más.
—Alejate un poco, apenas puedo caminar.
—Si quieres te llevo a caballito. Créeme que le he cogido el gusto.
—No gracias, prefiero caerme.
—Ouch, eso duele.

(...)

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